La obra de Federico Assler como escultor se inicia en 1969, cuando exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes un conjunto de esculturas abstractas formadas por la superposición desfasada de placas de madera, recortadas y unidas, que generan profundidad y volumen a modo de umbrales. Sin embargo, han sido sus trabajos en hormigón, mayormente exhibidos en espacios públicos, su obra más característica como escultor.
Para realizar esta obra, Federico Assler trabajó primero en el molde de poliuretano para luego vaciar la escultura en hormigón. En este sentido, su procedimiento de trabajo involucra pensar la obra simultáneamente como positivo y negativo, como forma y contra forma de relieves. En este caso, una escultura con forma de paralelepípedo ortogonal, de caras opuestas rectangulares iguales entre sí, que tiene una textura porosa transferida del molde. Esta obra en la Colección del MAC fue realizada a principios de la década del 70. En ese entonces, su principal interés consistía en conocer la estructura y naturaleza de los materiales modernos, principalmente el hormigón y el poliuretano, los que brindaban nuevas posibilidades formales y le permitían introducir innovaciones en el proceso de trabajo.
Amalia Cross, Catálogo Razonado MAC, 2017.