Boris Lurie (San Petersburgo 1924 – Nueva York 2008) fue un artista judío sobreviviente del holocausto. El título hace referencia a la primera exposición colectiva organizada por el artista en el marco del movimiento No!Art fundado por él, por Sam Goodman y por Stanley Fisher en 1959. Sus principios eran la búsqueda de un arte radical y comprometido en contra del Pop Art y del Expresionismo Abstracto, los que consideraba superficiales y vanidosos.
La repetición del NO en muchos de sus cuadros y collages significa la oposición no sólo a las violaciones de los derechos humanos, sino también a las políticas internacionales de EEUU, a la mercantilización del cuerpo femenino y una crítica feroz al mundo del arte comercial. Elementos como el sexo, las pin-ups, el sadomasoquismo y los desechos, mezclados con imágenes crudas del holocausto, representan una forma de denuncia y al mismo tiempo de estrecha relación con la cultura de la muerte.
¿Cómo enmarcar el trabajo de Boris Lurie en el contexto chileno? Hay sin duda relaciones entre la experiencia de la privación de los derechos humanos en la Alemania nazista y la dictadura militar en Chile; abriéndose a la pregunta sobre el arte y la contingencia, y la memoria como acto subversivo. Hoy estos acontecimientos históricos crean una narrativa trans-temporal que abre otra mirada sobre la producción del artista.