Mediante el montaje y el ensamblaje de esta serie de objetos, la obra simboliza la escena de la práctica del aborto. Una escena que es aludida mediante la disposición de objetos que aluden al cuerpo femenino, pero sin representarlo. Sobre el tablero rosado que sugiere un muro, podemos ver la parte superior de la estructura de una cama cuya cubierta está representada mediante un plano en forma de trapecio para producir de manera falsa la sensación de profundidad. En el extremo de la cama se ve un almohadón blanco sobre el que se ha adherido una enagua también blanca cuyo ruedo inferior ha sido recogido. Una gran mancha roja dispuesta de modo que produce la sensación de que fluye del interior de la enagua, se extiende hacia el corte saliendo del cuadro por la esquina inferior izquierda. Dentro de la mancha flotan una serie de fragmentos de muñecas de juguete, como cabezas, piernas, brazos, torsos y otras partes menos evidentes, de diferentes tamaños. Todos orientados de modo que el observador entienda que fluyen de la enagua que, literalmente, yace sobre la cama.
La prenda, sin duda, refiere por medio de un efecto de sinécdoque (la parte por el todo) al cuerpo femenino, una mujer en el momento en que le es practicado un aborto. Los objetos y partes de muñecas, refieren el cuerpo abortado, que asociamos a la infancia por su calidad de juguetes con los cuales se suele organizar una maternidad ficticia. La escena que nos sugiere es innegablemente horrible, sin embargo, la coherencia formal de la obra impide que domine el morbo o el horror que supondría ver una mujer desangrándose por causa de una operación abortiva.
La obra tiene un contenido crítico dado el efecto social, la mortalidad generada por el recurso a la práctica clandestina del aborto, pero también se relaciona con la importancia que las políticas de control de la natalidad tuvieron en los años 60.
Gonzalo Arqueros, Catálogo Razonado MAC, 2017.