Paisaje

Paisaje

La mayoría de los autores (Romera, Couve, Ivelic-Galaz), identifican a Pablo Burchard como autor de una obra pictórica intensamente sensible, que sintetiza y organiza la percepción cromática y lumínica, sin demorarse en rasgos anecdóticos superfluos. Una muestra de ello es la pieza Paisaje, donde con pequeños gestos pictóricos se consigue una notable armonía general. Obsérvese, por ejemplo, la mancha carmín del gorro rojo del niño que retoza junto al perro o las escalas de verde gris en el follaje del árbol y en la distancia construida en la relación de los tonos ocre de la pradera.

La disposición del árbol, ubicado un poco a la izquierda en la composición, incide en el efecto de espacialidad, impresión reforzada por el abatimiento del plano horizontal en que se proyecta la sombra del follaje, de modo que el orden bidimensional del cuadro se arma para contener el instante luminoso en que la materia deviene sensación cromática y al mismo tiempo imagen incorpórea. Hacia el fondo del cuadro se insinúan las construcciones de la ciudad, una gran cúpula se configura en el espacio. Sin embargo, la arquitectura aparece señalada por un contorno desvanecido y los volúmenes apenas generan contraste con la atmósfera del fondo. El encanto por las formas arquitectónicas proviene, sin duda, de la herencia que su padre, el arquitecto Teodoro Burchard, que le había iniciado en este oficio y del cual, aparte de estilos y procedimientos constructivos, asimiló la inteligencia estructural y el orden abstracto que luego caracterizó sus obras pictóricas.

Matías Allende, Catálogo Razonado MAC, 2017.

Begonias

Begonias

El cuadro Begonias es coherente con la sencillez y el “intimismo” que tradicionalmente la crítica contemporánea del arte chileno ha reconocido en la obra de Burchard. Representa una planta de begonia en un macetero puesto sobre un plato y este a su vez sobre el suelo o la superficie de una mesa. El motivo principal, conformado por la planta, el macetero y el plato, cubre gran parte de la composición y se ubica hacia el centro, pero cargándose un poco a la derecha. Es observado hacia abajo en un ángulo no muy pronunciado que sugiere la visión de alguien que se ha detenido a mirar la planta. La estructura del macetero produce un volumen sólido, lo mismo que el plato en el que descansa, mientras que las tres hojas de la begonia caen hacia los lados y el frente, reflejando o absorbiendo la luz. Son tres planos curvos que surten vueltos en direcciones opuestas, y en torno de los que se organiza el espacio. Los tonos rojos, anaranjados, verdes y azules sintetizan el acorde total del cuadro pero se distribuyen como si no pertenecieran a la planta, produciendo así una armonía independiente del modelo. Parecido efecto se observa entre sus componentes (plato, macetero, planta) ensamblados siguiendo un cuidadoso principio plástico formal. Mientras el plato se desplaza a la derecha, el macetero lo hace a la izquierda, generando un desequilibrio que dinamiza la composición, como si se tratara de cuerpos redondos girando en torno a sus ejes, pero sobre diferentes puntos de apoyo. Este efecto es acorde con la forma espiral en que se organizan los planos de luz y sombra sobre el gran plano tonal horizontal, iluminado por un foco en el punto preciso en que se encuentra el motivo.

Este plano horizontal en tonos azules, sobre el que se sitúan los elementos figurativos, junto con las luces y sombras curvas, limita en la parte superior con otro plano menor, que hace de fondo, en tonos terrosos, dividido a su vez en secciones de luz y sombra. El dinamismo de las formas planas curvas queda así contenido por lo estático de las formas planas rectas, y el encuentro tonal entre los dos planos genera una breve línea de horizonte. Desde un punto de esa línea surgen las hojas carnosas de la begonia, como aspas flácidas de un molino detenido. Las hojas abren secciones en la composición, fragmentando y unificando verticalmente el espacio en torno del corpus que conforma el motivo, generándose un efecto de cosmos cerrado y autónomo. Un cosmos pictórico en el que la independencia de las formas respecto de los motivos, deviene el organismo plástico que es el cuadro.

Matías Allende – Gonzalo Arqueros, Catálogo Razonado MAC, 2017.