Dávila mostró La perla del mercader en 1996, como parte de su exposición Rota en la galería Gabriela Mistral. En esa ocasión Dávila rompe el marco y las “buenas costumbres” mediante una forma ambiental de montaje, donde predomina una visualidad kitsch y la presencia, como hilo conductor, de Juan Verdejo.
Este personaje popular fue creado en la década del 30 por el dibujante Jorge (Coke) Délano para la revista Topaze, y representa al roto chileno. Dávila lo utiliza y reproduce paródicamente para romper con un modelo y contaminar la historia de la pintura nacional con aquello que se ha dejado fuera, es decir, la iconografía popular, el mestizo, el indígena. En una especie de reivindicación vengativa la figura del roto ingresa como invitado no deseado al campo de las artes para quedarse, profanar la escena y mostrar (literalmente) la hilacha de la historia.
La obra de Dávila aborda de manera crítica la historia del arte (como alta cultura) y la cultura popular, confrontándolas por medio de citas y referencias cruzadas, haciendo uso de técnicas más académicas como el óleo, al mismo tiempo que recurre a técnicas artesanales de tejido, logrando instalar un roce y corrupción entre los géneros, ya sean pictóricos (paisaje, desnudo, autorretrato) o sexuales (hombre, mujer, travesti, hermafrodita).
En esta obra se emplaza a La perla del mercader (1884) del pintor chileno Alfredo Valenzuela Puelma, en la que se representa a un comerciante oriental exhibiendo, al descubrir el velo, a una mujer desnuda que se ofrece al espectador como mercancía.
Amalia Cross, Catálogo Razonado MAC, 2017.