El óleo La lectura nos muestra, desde un leve contrapicado, a una figura perfil –una joven mujer o una niña, probablemente– sentada y enfrascada en la lectura de lo que parece un diario o revista. Se trata de uno de los motivos más importantes en el género de las representaciones de la vida cotidiana de la pintura occidental. La figura está sentada, mirando hacia la derecha, en un encuadre que nos muestra desde su cabeza hasta la cadera. Lleva el pelo tomado y parece vestir una suerte de delantal o uniforme. Al fondo, no distinguimos mucho más que un perfil cuadrado; podría tratarse del marco de una ventana. Una luz intensa, que podría ubicar la figura en el exterior, llega desde la esquina superior izquierda y hace resplandecer todo aquello que toca a través de pinceladas diagonales y en tonos yuxtapuestos que dividen el color local en sus componentes cálidos y fríos, lo que en este cuadro se traduce en una gama compleja en la que predominan los rosas, azules y sienas, paleta que a este pintor le era habitual. La mayoría de las pinceladas siguen la dirección de la luz y son autónomas respecto de la forma de los objetos y así se constituyen convincentes volúmenes en las zonas iluminadas a través de combinaciones cromáticas más sutiles. En las zonas de sombra los contrastes se vuelven más violentos y las pinceladas se transforman en manchas más abstractas; no obstante, son estas zonas las que garantizan la unidad del cuadro en un plano modulado, como es particularmente visible en lo que sucede hacia el centro geométrico del cuadro.
Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.