Domingo de Ramos corresponde al período de los 40 en que Fajardo pinta telas de pequeño formato y realiza propuestas de murales con escenas de mercados, plazas, trabajo de carga y eventos religiosos influenciados por los parajes de su niñez junto al río Magdalena. En esta obra se muestra a un grupo apretado de hombres, mujeres con las cabezas veladas y niños de rasgos mulatos en un entorno oscuro demarcado por arcos de medio punto austeros. La composición se enfoca en una pareja joven y sus dos niños, cuyas miradas se encuentran dirigidas hacia una fuente de luz fuera del marco que ilumina sus rostros silenciosos y las palmas que sostienen solemnemente para la celebración religiosa. La sencillez de sus ropas campesinas y los pocos colores usados (celestes y rosados en las ropas, ocres en rostros, palmas y sombreros, verdes y magentas) replican la simplificación formal de sus cuerpos, reducidos a volúmenes geométricos robustos. Las pinceladas gruesas y ordenadas van construyendo las formas por medio de facetas y sangrados, evidenciado una relación estilística con Cézanne y Rivera. La pintura celebra la fe sencilla y profunda de una comunidad culturalmente diversa.
Carla Macchiavello, Catálogo Razonado MAC, 2017.