La artista se representa sentada en un pupitre frente al caballete, mientras que a un costado, sobre una mesa pequeña, se disponen pinceles y una caja de pintura escolar sobre la cual se inscriben sus iniciales D.G.B. y la fecha del cuadro (1962). La pintora se representa vestida de cotona y mangas, en un traje de pintora amateur o de domingo. Su mirada se dirige al espectador mientras sostiene la paleta y unta el pincel sobre pigmento verde, el mismo verde con el que pinta la imagen del cuadro, un paisaje de árboles y casas de techos rojos. El cuadro que está pintando dentro del cuadro es por su tema y factura muy similar a otro que pertenece a la Colección del MAC, titulado Casas. La imagen que pinta proviene de su imaginación, ya que es evidente que no corresponde al entorno que la rodea, donde hay una gran pajarera aledaña al jardín de invierno en el patio de su hogar.
La composición de la obra se construye por la yuxtaposición de diversos planos y tramas. En el primer plano junto a la pintora son representados cinco animales, cuatro son aves exóticas y su perro poodle. En el segundo plano, surge una diversidad abundante de plantas y flores detrás de una reja, a través de la cual vemos las ramas de los árboles repletos de pájaros. Las aves del fondo crean un ritmo saturado por la repetición de especies y colores, rojos, negros y amarillos, siendo alternados, aves con o sin cola, de perfil izquierdo o derecho. Las aves representadas, como se señala en el catálogo de la exposición de Pintura instintiva chilena, “son los faisanes, las catitas y los cautivantes colores de los loros… que viven con alegría en su jardín y los que ella reproduce mágicamente en su obra”. Su obra posee “un estilo trópico en la abundancia, en el amor por el color, la naturaleza y el barroquismo donde se acumula objetos vivos” (Señoret, 1972, p. 14).
Amalia Cross, Catálogo Razonado MAC, 2017.