Ubicada en primer plano, utilizando gran parte de la superficie pictórica, se observa la figura humana casi completa del retratado, al que se representa sentado, en escorzo y con la cabeza apenas girada hacia la izquierda, enfrentando con la mirada al espectador. En consonancia con la cabeza, las manos forman una especie de nudo y sugieren que el retratado juega con el sombrero que sostiene entre los dedos. En sus precisas líneas y volúmenes la figura acusa un cuidadoso desarrollo constructivo y evidencia la economía con que la pose, el ademán del retratado y los pocos elementos han sido determinados y dispuestos. El eje del cuerpo produce una diagonal que es contrarrestada por otra, generada por el brazo y la mano que sostiene el sombrero.
En segundo plano, en la esquina superior izquierda de la superficie, Enrique Lobos creó un espacio rectangular que se separa del fondo mediante un borde negro y que, sin duda, representa un cuadro. Este elemento da protagonismo y relieve al fondo siena, lo transforma en una pared y genera espacialidad, ubicando así al retratado al interior de una estancia. Al mismo tiempo, funciona como contrapunto figurativo en la composición, al estar ubicado en el corte superior izquierdo y presentar un ángulo invertido, reenvía la mirada hacia la esquina inferior derecha, ajustando y armonizando visualmente las figuras con la geometría general del cuadro. En la porción superior, es el motivo inerte oponible al dinamismo de la mirada del retratado, que segundos antes ha debido posar sus ojos en él.
Kaliuska Santibáñez, Catálogo Razonado MAC, 2017.