Río Malleco

Pacheco

La pintura nos muestra el profundo valle del río Malleco en un día nublado, probablemente en invierno u otoño, por los tonos de los árboles y los álamos sin hojas de la ribera derecha. Más allá del evidente uso de los terrenos para la agricultura, no encontramos más anécdotas de la presencia humana que dos solitarias construcciones en la ribera izquierda, apenas descritas con un par de pinceladas cada una.

La vista va desde arriba hacia abajo, con un horizonte elevado que determina un plano de tierra que ocupa tres cuartos de la tela, y un río que se quiebra y, de paso, determina las principales diagonales de la estructura compositiva. Probablemente, fue iniciado al aire libre y terminado en el taller, como era costumbre en este pintor. Otro detalle característico es el uso de una amplia gama de tonos, y algunos bastante intensos como calipso, naranjo o bermellón.

La aplicación de la pintura es relativamente homogénea en todo el cuadro, y solo establece sutiles jerarquías entre una mayor transparencia que se utiliza en el cielo nublado, las colinas desnudas y los campos ya cosechados, y un empaste más grueso que caracteriza la vegetación más frondosa y sus reflejos en el río. La superficie relativamente homogénea y el protagonismo de los tonos dan por resultado una estructura cromática que otorga unidad al cuadro, en mayor medida que su estructura espacial o su administración de superficie.

Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.