Ñanduti jha mbaracapú

Reyes

Las figuras que dan nombre a la obra aparecen como signos mínimos, semejantes al trazo del título y de la firma del autor. Ñanduti jha mbaracapú significa en guaraní ñandutí y guitarreo. El ñandutí es un encaje de algodón, característico del Paraguay; la mujer de la derecha borda una pieza, mientras que la del medio hila el algodón. Las mujeres que confeccionan ese fino tejido constituyen personajes indispensables de la iconografía popular paraguaya, contraparte de la figura masculina del guitarrista. En otras pinturas, la hilandera retrata a Doña Buenaventura Reyes, la abuela del artista; en algún relato suyo, su madre es quien borda el ñandutí; en varias obras, Reyes se autorretrata como guitarrista. En medio del guitarrero y la hilandera, un perro echado.

Los árboles ubicados a un costado de la casa y, especialmente, las plantas del sembradío que ocupa el frente de la misma, presentan una distribución simétrica y rítmica, como si conformasen los motivos de un tapiz o marcaran cierto desconocido pentagrama. A la izquierda se concentran figuras menores: el esquema espectral de una bicicleta, un robusto benteveo cuyos trinos podrían secundar los sones de la guitarra, y dos vacas paciendo, la primera en posición extraña, como si fuera a embestir o danzar.

Pero la figura principal es la de la gran casa, ubicada en una zona que desafía el equilibrio compositivo del cuadro: ocupa más de un cuarto de su superficie y se enclava en la parte superior derecha. El camino recto que remata a un costado de la entrada actúa como un sostén visual, un pedestal surgido de la nada. La representación de la arquitectura manifiesta bien el mecanismo de la tarea de Reyes, desarrollada a partir de una topología de la memoria. La casa desplegada, desarmada, abierta y rearmada, aparece continuamente en la obra del artista, pero pocas veces ocupa el lugar central que adquiere en esta pintura. Es una casa imposible pero contundente. Parte de la tipología del kuláta jovái, característica de la vivienda rural paraguaya de origen guaraní, consistente en dos cuartos simétricamente dispuestos a ambos costados de un espacio central abierto. Pero la casa de Reyes rompe el esquema exacto de la construcción con juegos de desencuadres, desacoples y desplazamientos; con el avance de piezas que no encajan, que dejan restos y faltas; con corredores que cruzan lugares supuestamente vacíos, con una puerta entreabierta donde no puede haber puerta; con entornadas ventanas imposibles, quizá solo dibujadas en las paredes y ubicadas en lugares inútiles.

Ticio Escobar, Catálogo Razonado MAC, 2017.