El dibujo como despliegue de la memoria y la experiencia vivida es el núcleo de esta exhibición, compuesta por trabajos en carboncillo y tinta china, además de instalaciones a partir de minerales recolectados e intervenciones a muro.
El ejercicio de traspasar a imagen la memoria mediante el dibujo, siempre viene con el peso de lo vivido, pues habla de la experiencia del cuerpo –la vista, el tacto, el olfato-, con el mundo. Este traspaso se configura como una actividad intrínseca de lo humano, tiene que ver con el registro y el recuerdo, es el pensamiento hecho imagen y la representación de lo que nos rodea.
Memoria natural va más allá de la mera representación de lo observado: la exhibición llega a diseccionar la noción tradicional del paisaje total. Examinando acuciosamente cada elemento con una precisión científica, la muestra se configura como un estudio que cruza los recuerdos con una rigurosidad geológica y botánica. Acá las partes del paisaje se separan para ser vistas por sí solas: la hoja, la roca, la rama. Cada una es descontextualizada y clasificada. Memoria natural es, entonces, un nuevo modelo de paisaje.