Se denomina “Pintura de género” a la representación pictórica de escenas de la vida cotidiana. Junto con el paisaje y el bodegón, fue considerada durante siglos una categoría menor dentro de la jerarquía académica del arte mientras que a los motivos históricos se le reconocía el más alto mérito.

El acceso al estudio de la figura humana con modelos –oficio necesario para la representación histórica– fue denegado a las artistas aun después de ser admitidas en las academias, inscribiéndose en la historia del arte la noción de que una “aficionada” (llamada así por su género) carecía de las facultades de alcanzar excelencia en el grand genre.

Para esta exposición, la artista chileno-alemana Cosima zu Knyphausen (1988) presenta un conjunto de pinturas sobre tela cuyos motivos que evocan la imaginada historia de los deseos que no tienen canon, las cotidianidades perdidas y el sueño de una lengua común.