“Intérprete de su tiempo”, lugar común que clasifica vagamente a los artistas intrépidos, puede aplicarse a Del Prete siempre que se entienda por “su tiempo” un presente continuo, anverso de su inagotable curiosidad. Del Prete hurga tan febrilmente en 1965 como lo hacía en 1920. Por ello unifica su producción con un carácter de subjetiva actualidad.