No es fácil definir la belleza. Sin embargo, podemos aproximarnos a sus primeros recintos, no para ver sus resplandeceres, sino para intuirlos. Los místicos cierran los ojos para ver mejor.
Eduardo Ossandon

No es fácil definir la belleza. Sin embargo, podemos aproximarnos a sus primeros recintos, no para ver sus resplandeceres, sino para intuirlos. Los místicos cierran los ojos para ver mejor.