“Roa nació entre la harina y la sangre, entre un molino y un matadero, entre el principio y la muerte. En un callejón de Angol. Un níspero gigante daba sombra a su casa, la de sus padres, la de don Francisco y doña Ester, ambos idos ya. Yo pienso que su arte así se ubica: entre lo grácil de la harina y lo espeso de la sangre”