La obra Aku del hombre (Aku-Aku) de Lily Garafulic es una pieza clave en la producción escultórica de la artista, es el resultado de su viaje a Rapa Nui, el encuentro con materiales desechos y sus procesos de reparación fueron los nuevos estímulos para su trabajo. Tal como lo comentó detalladamente: “Al pasar por la Escuela de Bellas Artes estaban cambiando el piso y quedaban las vigas de roble a la vista, tiradas y tomé una. Ese fue el comienzo de la siguiente etapa de mi obra. Tenía en la mira la madera, el corazón de un roble. Me preguntaba: ‘donde consigo esta madera, no la voy a tallar ni pretendo hacer la competencia a la naturaleza’, puesto esto es lo que la naturaleza ofrece como casualidad, como desgaste. Comencé un proceso de búsqueda del material, y me acordé de los viejos durmientes de roble de los ferrocarriles. En mis recorridos por las casas de demolición encontré dinteles enormes, columnas de soportes de murallas. El ‘Aku del hombre’… debe haber sido del portón de una antigua casa de fundo. Acumulé material, investigué y descubrí que la madera tenía termitas. Le pedí a Luis Vargas Rosas, entonces Director del Museo [Nacional de Bellas Artes], la rotonda del edificio donde había un basural, para procesar las maderas; ahí las quemaba con sopletes para que salieran los gusanos y les ponía ácido sulfúrico o ácido nítrico”. En la denominación de estas esculturas resuenan las creencias religiosas de la isla junto a las interpretaciones de Garafulic, quien impregna los significados sobre la fortaleza de la naturaleza y el ser humano en mutua convivencia. Aku del hombre será “el símil del hombre con su sombra” o la concepción del hombre proyectado con su otro-yo, un espectro protector según las creencias indígenas.
Soledad García, Catálogo Razonado MAC, 2017.