La Dama del abanico se encuentra sentada sobre una silla de marco dorado. Su postura deja ver una pequeña imperfección de dibujo oculta por el volumen del vestido azul estampado con flores rojas y rosas. La mujer observa directamente al espectador, sin embargo, su mirada, que podría interpretarse como la de alguien que ha tomado cierta resignada distancia, es acompañada por la postura de sus hombros que giran apenas a la izquierda y por la leve inclinación que destaca el volumen de su cabeza. A pesar de no ser una mujer mayor, tanto su mirada como la ligera soltura de su piel alrededor de las mejillas y el cuello indican que ya dejó atrás la juventud. Peinada, maquillada y con las manos dentro de largos guantes de gamuza, que contrastan con el azul ultramar de su vestido, tanto el detalle y cuidado de su vestimenta como el abanico que sostiene en sus manos indica que está pronta a salir. El espacio en el que se encuentra es simple y sencillo. Un telón de fondo de tono claro permite recortar y realzar su figura y concebir el estampado floreado del vestido como si fuera una naturaleza muerta en sí misma.
Si bien esta es una de las obras más conocidas dentro de la colección de siglo XIX perteneciente al MAC, existen escasas fuentes primarias que permitan reconstruir su contexto de producción. Sin embargo, al cotejar la bibliografía existente sobre Valenzuela Puelma, es posible conjeturar la identidad de la “dama del abanico”. Según la monografía del pintor escrita por Carlos Ossandón en 1934, quien a su vez seguía una serie de apuntes escritos por Arturo Blanco, el hijo del escultor José Miguel Blanco e importante cronista de la vida artística de la época, Valenzuela Puelma habría realizado a lo largo de su carrera 36 retratos, de los cuales la mitad serían retratos femeninos. Estos 18 retratos aparecen consignados en la lista de obras publicadas por Ossandón –en donde, vale la pena destacar, no aparece ninguna obra bajo el título Dama del abanico. Al examinar la lista completa, e incluyendo en esa revisión todas las obras con personajes femeninos, destaca el nº 128, que introduce el “Retrato de Doña Carlina Garrido de Valenzuela, esposa del pintor. Medio cuerpo, tamaño natural. Vestido de género azul floreado (…) 80 × 113 cm”, características que coinciden con la obra del MAC (Ossandón, 1934, p. 106). Al comparar fotografías de Carlina Garrido con la “Dama del abanico” esta relación se vuelve verosímil. La portada del nº 19 de la Revista de Arte de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, publicada en 1938, cuatro años después de la biografía de Ossandón, refuerza esta cuestión. En ella, aparece la Dama del abanico con su título original, Retrato de doña Carlina Garrido de Valenzuela. Es de suponer que con el tiempo el nombre de la retratada desapareció de los registros y se consolidó el título actual de la obra, definido a partir del principal atributo de la figura, el abanico.
Josefina de la Maza, Catálogo Razonado MAC, 2017.