Con el nombre El tiempo y el muro, Alberto Pérez inició en 1961 una serie de obras donde experimenta por primera vez con la incorporación de materiales no pictóricos y la gestualidad expresiva en la creación de formas por medio de la densidad de la materia plástica. El tiempo y el muro, donde predominan la materia y la gestualidad, representa su período informalista asociado al Grupo Signo. La conformación de este grupo, integrado por Gracia Barrios, José Balmes, Eduardo Martínez Bonati y Alberto Pérez, responde a través de un nuevo lenguaje plástico, proveniente de las tendencias abstractas y expresionistas –principalmente del informalismo europeo–, a la necesidad de redefinir la noción representacional del cuadro y su vinculación con la realidad, razón por la cual tuvo importantes repercusiones en la escena artística local durante la década del 60, ante la necesidad de plantear un arte comprometido con los procesos políticos del país. Para la ocasión, el crítico español José María Moreno Galván señaló en el catálogo de la muestra: “es la dinámica expansiva, no importa en qué grado lo exteriorice. Su pintura centrífuga vive la ley autogenerativa del vórtice, siempre mutable y siempre fluyendo”. La dinámica expansiva que refiere Moreno Galván se relaciona directamente con aquello que vio Galaz en la energía corporal del artista al momento de pintar. La acción sobre el cuadro produce un distanciamiento del centro que termina por salirse de los límites, erosionando progresivamente el marco al referir a su afuera.
Amalia Cross, Catálogo Razonado MAC, 2017.