El retrato de Herminia Arrate fue primero modelado en arcilla, luego se realizó un molde en yeso y, finalmente, se fundió en bronce. Esta técnica Noguchi la había perfeccionado en 1929, trabajando cinco piezas al mismo tiempo y terminándolas en siete sesiones. El modelado en arcilla provee a Noguchi de una inmensa flexibilidad que él explora para reflejar la personalidad de sus retratados: algunos retratos fueron altamente acabados, alisados y estilizados al punto de la abstracción, pero muchos más son como el de Arrate: con una textura rugosa y expresiva, libremente distorsionada en su tamaño y características formales para ajustarse mejor al carácter único de la retratada.
Esta obra fue hecha en la cúspide del cambio de estilo en los retratos de Noguchi, y el surgimiento de nuevos temas en su práctica artística posterior. Hacia 1933, Noguchi había hecho cabezas mediante el tallado directo en madera y piedra, y escogiendo también materiales tradicionales como la terracota y modernos como el acero inoxidable. También centró cada vez más su interés en el papel de la escultura en la vida cotidiana, desarrollando
proyectos que pronto determinaron su carrera.
Shaina Larrivee, Catálogo Razonado MAC, 2017.