La quema de Judas –o La venganza– representa un tradicional rito que se conserva en ciertos lugares de España e Hispanoamérica, en el que –con algunas variaciones– se elabora un muñeco que representa a Judas Iscariote, para luego quemarlo o lincharlo en venganza por haber vendido a Cristo. Se celebra el Domingo de Resurrección, en Semana Santa, o en otro día del año, dependiendo el lugar. Según el propio Bontá, este cuadro habría sido inspirado por un pasaje de la novela Alhué, de su amigo el escritor José Santos González Vera. Tanto en este referente literario como en las diversas versiones de esta tradición, la quema del Judas supera el mero significado religioso para adquirir connotaciones más amplias, en la que el muñeco pasa a representar diversos tipos de males y se convierte en un rito de expiación colectiva.
La versión de Bontá, sin embargo, ya no transcurre en un pueblo campesino de la zona central de Chile, como el Alhué de González Vera, sino que se ubica en una playa junto a una humilde localidad costera en algún lugar de Latinoamérica. El hecho que el sol se esconda en el mar mientras al otro lado del cuadro avanzan las tinieblas podría indicarnos que estamos ante el Océano Pacífico. La pintura nos muestra el momento exacto en que se le ha prendido fuego al muñeco que representa a Judas, que se encuentra colgado por el cuello de un largo palo que divide al cuadro en dos mitades exactas. La composición presenta un horizonte elevado, que coincide con la grotesca cabeza inclinada de Judas. La sección superior izquierda la ocupa el mar y los rayos con que se despide un sol que está fuera de cuadro. En la sección superior derecha vemos una sucesión de pequeñas bahías y en una altura un caserío, en el que se destaca el campanario de la iglesia. Más cerca de nosotros, ya en la playa, en un improvisado campamento de pescadores, algunos observan el ritual mientras otros se dirigen con sus redes al mar.
Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.