La obra muestra a un grupo de personajes, que es posible identificar con el mundo popular, en el momento posterior a la contienda entre dos hombres. Casi al centro de la composición, uno de ellos, vestido de blanco, con sombrero, pañuelo y ojotas, tiene la mano empuñada. El otro, situado hacia la derecha de la obra, parece abatido, su vestimenta está desarreglada y es asistido por otros dos hombres que lo sostienen. Hacia la izquierda de la obra, una mujer joven de rostro asustado, con vestido rojo y delantal, se refugia en una anciana. Otros tres personajes completan el conjunto: en primer plano un hombre de espaldas, la figura de una mujer en segundo plano y, al fondo, otra figura con sombrero.
En La Riña los recursos plásticos y elementos formales son igual de relevantes que el carácter narrativo. Así, la pintura y el dibujo se revelan como herramientas fundamentales en la obra. No se trata del dibujo descriptivo que copia fielmente el modelo, tampoco hay en su uso una preocupación por reproducir detalles anatómicos o de vestimenta. Es más bien un dibujo cercano a la caricatura. El artista se aleja del naturalismo mimético propio de la formación academicista para representar el carácter y la expresión de los personajes. Para ello simplifica las formas, recurre a la exageración, a la distorsión e incluso a las eliminaciones selectivas como se observa en los cuerpos y rostros abocetados de las figuras que a veces resultan deformes. A partir de esta característica, su trazo ha sido calificado en reiteradas ocasiones como “goyesco”.
Kaliuska Santibáñez, Catálogo Razonado MAC, 2017.