La pieza Niños Cantores corresponde a un momento esencial de la obra de Cundo Bermúdez, en la que no solo adquiere personalidad propia en el arte de Cuba, que lo reconoce muy representativo de esa generación que se abrió paso como continuadora de los pioneros modernistas, sino que se proyecta a escala internacional con un momento muy significativo, en 1944, cuando integra la muestra de arte cubano que se presentó en el MoMA de Nueva York.
En sus obras de esos años se aprecia, como ocurre en Niños Cantores, un uso uniforme de la luz que contribuye a resaltar su iconografía vigorosa y esa intensidad de los colores planos con un trabajo de aguadas que le aportan mayor luminosidad y fuerza formal. Igualmente, resaltan el empleo de la deformación con intenciones expresivas que se aprecia en los rostros y sobre todo en los instrumentos, en especial la cítara. El uso del arabesco en el segundo plano contrasta sensiblemente con la linealidad de los recursos empleados en los elementos centrales y contribuye a aligerar –también– la estructura predominantemente vertical en la que se encuentran las figuras.
Entre ellas, vale resaltar la presencia de una mujer (una niña si nos atenemos al título) entre los “cantores”, y el tema de la música, dos aspectos que reaparecieron con mucha frecuencia en sus obras, en ocasiones también aludiendo desde ese trasfondo musical –predominantemente de origen popular– , a la danza. En ello hay algo de sencillez imaginativa que el artista manejaba con gran habilidad creadora, apoyado en su dominio de la composición y de la luz que vibraba en el intenso cromatismo de sus piezas.
Yolanda Wood, Catálogo Razonado MAC, 2017.