Este óleo es una muestra de la diversidad de estilos que Pedro Lira experimentó a lo largo de su vida artística. El soporte, las dimensiones y la pincelada espontánea y gruesa conducen a pensar que la obra pudo haber sido elaborada directamente del natural en una jornada de trabajo al aire libre, es decir, teniendo a la naturaleza por modelo y dejando solo mínimos retoques por hacer en el taller. La vegetación, los tonos del cielo y de las piedras se asemejan a los parajes rocosos de Fontainebleau, en las proximidades de París. Si bien la obra no está firmada ni fechada, cuenta al reverso con inscripciones que dan sustento a la posibilidad que Lira la haya realizado como tantos pintores de la época, inspirado por el estilo de Jean-Baptiste Camille Corot y Théodore Rousseau, en los bosques y caminos que bordean el poblado de Barbizon.
Esta pintura es, además, un registro excepcional de la faceta del pintor como paisajista, a la que tenemos un acceso limitado, puesto que figura en gran medida en colecciones privadas. Tenemos, en cambio, noticias escritas en crónicas que narran la vida artística del Santiago de mediados de la década de 1860, se recuerdan las salidas a terreno que emprendían los artistas del entorno del chileno Antonio Smith. Lira destacaba en el grupo como un entusiasta productor de dibujos y bocetos al aire libre de los que, lamentablemente, no conocemos registro.
Catalina Valdés, Catálogo Razonado MAC, 2017.