Esta litografía nos muestra “un exuberante paraje tropical con faenas de agro”, con “una cabaña rodeada de paisanos, animales de carga, perros, aves y flora” (Solanich, 2012, p. 80). Preside la composición una pareja conformada por un hombre alto de porte aristocrático, traje blanco, bigote y sombrero que sostiene alguna clase de bastón o arreador y una mujer negra, de traje ceñido y ostensiblemente más baja que él. El hombre parece ser el capataz o incluso el dueño de la tierra, siendo esta la más visible de una serie de anécdotas que pueblan esta composición de marcado carácter costumbrista: un hombre negro se detiene en sus labores para mirar a la pareja, más atrás otro guía una mula cargada de algún producto agrícola y aún más atrás otro descansa en una hamaca. Junto a la entrada de la casa está sentada una mujer concentrada en alguna labor doméstica y a la izquierda un camino por el que transitan dos cebúes nos lleva a otro peón que transporta alguna cosecha en un sector más bajo. Los tres personajes más cercanos a nosotros poseen un notorio carácter caricaturesco. El horizonte y el punto de vista elevado, que se agudiza en la vista de los dos perros junto a la pareja, se corresponde con el afán descriptivo de la escena costumbrista y nos revela una flora y fauna variada, entre la que destacan en primer plano una agavácea y un cambur y al menos dos tipos de aves (los que descansan sobre el techo de la cabaña y los del primer plano a la derecha). El fondo del paisaje nos revela que estamos en una zona montañosa. La composición se construye en una variada escala de grises que evita los contrastes fuertes, con la mayoría de las formas compuestas por manchas más bien irregulares, con la excepción de los trajes blancos de los personajes del primer plano, cuyos sombreados más enfáticos definen notorios volúmenes.
Este grabado se corresponde con un ideario artístico americanista que desarrollaría Bontá, en particular luego de su estadía en Venezuela, que abogaba por conocer todos los avances formales del arte europeo, pero evitar que ellos “nos hagan olvidar que aquí hay belleza”, la que podía encontrarse en la “rica y emotiva” vida popular. Este ideario se desplegó en diversos textos, siendo el más importante Seamos nosotros, publicado el mismo año en que está fechada esta litografía: “Frente a las túnicas griegas, a las odaliscas, a las sandalias romanas, a los puentes góticos y a arlequines, hagamos surgir con dignidad la criolla gestera, las mantas de abigarrados colores, las alpargatas de moriche y el alma original del pueblo; los extensos llanos con sus oasis de vaqueras y sabrosos quesos, la selva desordenada y violenta de claroscuro” (Bontá, 1950, p. 3).
Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.