En Paisaje Nº 2 hay una pretensión de grandilocuencia en su ejecución, que se detecta por sus procedimientos, un despliegue de color y disposición de la pintura que produce la idea como si se expandiera de la superficie donde se ejecuta la obra. El plano de cielo contiene en su centro un diálogo entre un negro y un blanco, donde se traspasan y generan nuevos colores con el resto de los pigmentos que allí operan, sin embargo, esta relación es fundamentalmente violenta, desarrollada a partir de unas pinceladas contundentes sobre la tela. El arremolinado cielo que construyó Montecino se contrapone con el plano del campo, el cual es calmo, casi agrícola. Su sinuosidad es percibida por las orgánicas pinceladas con que está ejecutado este plano; el óleo dispuesto en veladuras da la sensación de un gouache. Además de las manchas que generan árboles pequeños, no podemos detectar otras representaciones que remitan a un modelo figurativo. Esta relación entre la tranquilidad parsimoniosa del campo en contraposición a un cielo arremolinado, recuerda a la proyección bucólica de la pintura pintoresca francesa, que de modo tan fuerte se introdujo en el imaginario popular de las naciones influenciadas culturalmente por Europa.
Matías Allende, Catálogo Razonado MAC, 2017.