Silla en el jardín, pintura que guarda la Colección del MAC, corresponde a un motivo recurrente dentro de las anécdotas mínimas que caracterizan la obra de Cristi. En el rincón de un jardín, sobre un suelo que aparenta ser de tierra o gravilla, vemos en contrapicado una silla plegable abierta en dirección oblicua hacia nosotros que ocupa buena parte de la mitad izquierda del cuadro y aun se nos escapa una porción de ella por el margen. A la derecha y al fondo, plantas de diversos tipos y tamaños advierten que este puede ser solo el fragmento de un frondoso jardín. Entre los pies de la silla, desde el límite inferior del cuadro, surge la figura de un gato de espaldas que se encuentra sentado sobre sus cuartos traseros, el resto del cuerpo erguido y la cabeza levemente gacha hacia la izquierda; el que no veamos el rostro del gato, y que apenas podamos suponer una expresión por su pose, acentúa el carácter mínimo de la anécdota a la vez que introduce cierta tensión de aquello que no vemos, de algo oculto, cuando el resto del cuadro no muestra misterio alguno. Como diría el pintor Sergio Montecino (1967): “Sus figuras, hombres o mujeres, son simplemente como bocetos. Sus composiciones con paisajes o frutas, sus escenas de interiores son plenas de misterio, porque la sombra que arrojan sus luces en medio de las hoquedades [sic] que dejan las estructuras de los cuerpos sólidos, por ejemplo una osamenta de animal, o una silla antigua o un fonógrafo olvidado en algún desván, son elementos solitarios que precisamente por su soledad se llenan de sugerencias, misterio y poéticos acentos”.
Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.