Cal, cal viva

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Cal, cal viva es una obra que se origina en el descubrimiento en 1978 de una fosa común en una mina de cal en Lonquén, cerca de Santiago de Chile, con los restos de 15 campesinos detenidos, asesinados y hechos desaparecer por efectivos de la dictadura militar. Se trató de un caso emblemático que tuvo repercusiones a nivel mundial, ya que constituyó una prueba irrefutable de la existencia de detenidos desaparecidos, algo que el gobierno de facto había negado sistemáticamente.

Los retratos velados y tachados de la parte superior refieren a los retratos que los familiares de los desaparecidos portaban y difundían a través de la fotocopia para denunciar la ausencia de sus seres queridos. Abajo, la definición manuscrita y velada de la cal, describe el procedimiento químico en que este elemento, cuando está en contacto con el agua, desprende calor y se vuelve cáustico, “cal viva”, para luego de un tiempo hidratarse por completo y apagarse. En ambos casos, se trata de fructíferas metáforas en torno al cuerpo, la desaparición, la violencia y la memoria.

La referencia al caso de los desaparecidos de Lonquén pone a esta obra al lado de otros artistas que a partir de 1978 comenzaron a realizar denuncias directas desde las artes visuales sobre el terrorismo de Estado iniciado en 1973. La combinación de la denuncia con complejos procedimientos técnicos y simbólicos resulta reveladora del espesor que alcanzaba el campo artístico local en el marco dictatorial, en un momento que luego Nelly Richard llamó “Escena de Avanzada”. En tal sentido, la obra de Bru recibió una temprana inscripción teórica como una reflexión en torno a la memoria, pero también respecto a las posibilidades críticas de la fotografía, tanto por parte de Richard como de Adriana Valdés. Según Julia P. Herzberg, Cal, cal viva se habría expuesto el mismo año de su creación en la Vicaría de la Solidaridad (Herzberg, 1993, p.58), el más importante organismo de defensa de los derechos humanos durante la dictadura militar.

Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.

Retrato doble

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Retrato doble formó parte de un envío de tres grabados de Bru al LXX Salón Oficial de Artes Plásticas, celebrado en 1959 en el MAC, que entonces ocupaba el edificio conocido como “Partenón” de la Quinta Normal. En tal certamen obtuvo el Primer Premio de la sección de Dibujo y Grabado, y en tal calidad habría sido adquirida por el MAC. Se trata de una pieza representativa de las primeras investigaciones de Bru en el grabado, que combinan una elegante y segura línea dibujada con buril y una gran riqueza de luces y tonos desplegados a través de la aguatinta. Como es característico a lo largo de su obra, la figura humana femenina ocupa un lugar protagónico, al mismo tiempo que observamos cierto acercamiento a la abstracción, que se acrecentará en los años siguientes a partir de su cercanía con el Informalismo, a pesar de que la artista en ningún momento abandonó por completo la figuración.

En este caso, una plancha levemente más larga que ancha es ocupada casi en su totalidad por el riguroso perfil de una cabeza femenina que mira hacia la derecha, a la que se le suma el fragmento de un rostro de similar dimensión, expresión y rasgos, que se asoma alineado a la misma altura a través del recorte que deja el rostro en primer plano. El rostro parcial no parece estar de perfil sino mirando oblicuamente hacia el frente; en estricto rigor, la mirada de ambos rostros parece ir hacia abajo y más bien introvertida que fijada en algún estímulo exterior. Las similitudes entre ambos rostros y el que sus rasgos se encuentren alineados podría indicar de que se trata de un mismo rostro del que tenemos dos vistas o, dicho de otra manera, de un rostro que se ha desplazado sobre un eje vertical imaginario que podríamos ubicar al centro de sus ojos.

Claudio Guerrero, Catálogo Razonado MAC, 2017.