El niño del trompo

Hermosilla 2

Toda la obra de Hermosilla se pudiera decir que está centrada en la figura humana, a excepción de los paisajes del entorno de la V Región, especialmente de su natal Valparaíso, a la que dedicó también dos series, una en linóleo y otra en huecograbado. Interesante es constatar que el maestro vuelve en El trompo sobre la figura humana que llena cerradamente la composición, usando aquí, al igual que en las otras dos piezas mencionadas que constituyen el conjunto, la figura del niño encuclillado, lo que no podemos dejar de ver relacionado con la figura que un par de décadas antes dedicó a El lavador de oro, en una linografía que se enmarca en los temas mineros que también fueron intensa preocupación suya.

La xilografía que nos ocupa y que el maestro define inscribiéndola técnicamente en forma escueta en la indicación al pie de la imagen como “Madera”, recibe su sentido oscuro de la carga de tinta negra que otorga la gran superficie impresora, con poco desbaste, que deriva de los usos corrientes del linóleo, lo que fue una característica extensamente expresada en toda su obra y que también podríamos decir que actúa aquí como resumen de su obra total. Así, la figura del niño, que lo muestra con pantalones cortos y descalzo, es sin duda la representación de “un hijo del pueblo”, cuyo dibujo se ha tomado encuadrándolo en un modo cerrado y visto ligeramente desde arriba, acentuando con ello el sentido de su “estar encuclillado”. Su expresividad, sin embargo, está centrada en la doble pronación de las manos que, junto al rostro, configuran el nudo de la escena. Una de ellas, sostiene la guaraca con que se ha iniciado el juego dando el impulso giratorio al trompo y, la otra, ha levantado al trompo del suelo, sosteniéndolo en la palma de su mano en la culminación gozosa del equilibrio que deja su traza lineal dominante del grabado, representando su velocidad, pero sin la demostración del gozo.

Hugo Rivera-Scott, Catálogo Razonado MAC, 2017.

Construcción

Hermosilla 1

Este ejemplar de la zincografía Construcción, datado en 1935, es posiblemente una de las últimas “pruebas de estado” de esta obra que Carlos Hermosilla realizó en Santiago por esos años. Esto, ya que en las estampas posteriores, aparecen las palabras Escuela de Artes Aplicadas abreviadas como “Esc. Art. Apl.”, que el autor agregó a la derecha y en el borde exterior a la imagen, en la base de la plancha de su grabado para “cerrarlo” de ese modo, inscribiéndolo con el aguafuerte y para marcar a la izquierda de la estampa la filiación de esta obra con esa escuela. El artista, suma así esta inscripción a la firma graficada con la H inicial de su apellido paterno que se ve en la imagen y que Hermosilla colocó sobre una de las barras de acero a las que el obrero se aferra con sus piernas desafiando la altura, sujetándose allí para continuar su obra martillo en mano, subiendo a la estructura cada vez más alto para remachar su crecimiento. Su figura es lo esencial de la imagen y la domina ocupándola toda, plenamente enmarcado por el triángulo oscuro del fragmento de estructura que dinamiza la imagen del ascenso, reforzando con su retrato genérico a todo el proletariado con la épica de su representación.

Lo que vemos en ese primer plano es una pequeña parte de una estructura monumental que el obrero ocupa, arriesgando su vida al participar en la construcción moderna de la sociedad. Es esta una escena observada a gran altura, desde allí se ven tres operarios que en el segundo plano testimonian con su pequeñez la distancia al suelo en que el constructor se halla, teniendo como trasfondo un paisaje industrial que refuerza ese sentido más bien imaginado de la escena donde participan. Parece ser una usina que procesara materias primas, las que se transportan en los vagones tolva que se pueden ver en el entorno de los operarios en la base de la imagen y, literalmente, a los pies del obrero, en una imagen representativa del desarrollo económico de la sociedad.

Hugo Rivera-Scott, Catálogo Razonado MAC, 2017.