Tigre atacando iguana

Obregon

La cola amarilla de una iguana se curva hacia el centro de la composición donde se concentra una masa confusa de cuerpos, garras, pelos y dos colmillos negros. Sobre una línea de horizonte anaranjada se ubican dos siluetas de cabezas animales reducidas, la de una iguana y la de un tigre que parece exprimirle la vida y el color. La oreja puntuda y cremosa del tigre rompe con la horizontalidad oscura de trazos negros, con amplios barridos y manchas oscuras que traducen el movimiento veloz del animal, el cual parece entrar repentinamente en la composición desde la derecha. Si bien el cuerpo del tigre se destaca por su oscuridad, también parece extenderse hacia la zona inferior como una sombra gris y amenazadora que acecha continuamente el paisaje. La violencia del encuentro entre el predador y su presa se traduce en las diagonales que estructuran la composición, desde las líneas celestes que se extienden hacia la izquierda abriendo como un destello una ruta de escape imposible, pasando por las formas dentadas de colores amarillentos repetidas desde el borde derecho que sugieren un abrir y cerrar de fauces o las tachas negras que parecen uñas (destacadas sobre un fondo blanquecino contrastante), hasta los rasguños hechos con el pincel sobre la superficie de la pintura. La obra se caracteriza por su yuxtaposición y entrelazamiento de contrarios: por un lado, la concentración de pintura, el empaste gris y la variedad gestual en el centro de la composición contrasta con la pintura diluida alrededor que ocupa zonas cada vez más amplias; por el otro, los gestos controlados sugieren simultáneamente fugacidad tanto de la vida y del ataque.

Carla Macchiavello, Catálogo Razonado MAC, 2017.