En esta obra gráfica del artista mexicano Arturo García Bustos, aparecen dos trabajadores en un primer plano. Del lado derecho un campesino que sostiene una manta sin consigna aparente; está vestido con ropa de la misma tela y parece caminar firmemente hacia adelante. A la izquierda, puede advertirse el perfil de un trabajador urbano, quizás un obrero, el cual sujeta también la misma tela blanca. De este personaje solo podemos apreciar su atuendo en tonos oscuros. Detrás de ellos, y a manera de sombras, se representa un conjunto de personas que siguen a estos dos líderes que encabezan esta concentración masiva. Los manifestantes levantan azadones y hoces, denotando su condición de trabajadores del campo mexicano; sin embargo, no hay violencia explícita. La gestualidad propia de este contingente hace pensar en la constante lucha social que ha tenido que librar este grupo social a lo largo de la historia de México.
Las representaciones de marchas de protesta han formado parte del repertorio iconográfico nacional desde los años de la posrevolución. La recurrencia de este tema se ha tornado convención, y generalmente se refiere a algún hecho de la situación política de México, si bien muchas veces involucra al contexto internacional. Las multitudes de trabajadores también aparecieron reiteradamente en los murales y la fotografía de la década de los años 30, donde se resumía la idea de que las movilizaciones se oponían a los regímenes totalitarios, pero que sobre todo encarnaban la lucha por las mejoras laborales y salariales. Así, en esta visión e imaginario del poder, las fuerzas populares han actuado como escenografía simbólica de una imagen pública.
Dafne Cruz, Catálogo Razonado MAC, 2017.