El 26 de noviembre de 1970, en el diario El Siglo, el Comité de Artistas Plásticos de la Unidad Popular (UP) publicó un llamado a concurso para los artistas nacionales (“grabadores, pintores, escultores”) que consistía en el envío de “obras susceptibles de ser reproducidas por sistema de impresión, tales como offset, prensa plana o serigrafía”. El llamado aclaraba que las obras serían seleccionadas por un jurado compuesto por miembros de la UP, con el objetivo de ser exhibidas “a través de todo el territorio nacional en una exposición que recorrerá el país próximamente”. El artículo menciona también ciertos datos técnicos: el formato de las obras sería de 54 × 75 cm como máximo, con un límite de cuatro colores; el plazo de recepción para los artistas de la región Metropolitana sería el 30 de noviembre y, para los de provincias, el 10 de diciembre del mismo año. Además, estipulaba como cláusula que el envío suponía al mismo tiempo que el artista suscribía a los siguientes puntos programáticos de la UP: “Por los trabajadores en el poder; Por los cambios estructurales de la sociedad; Por el hombre nuevo; Contra los efectos distorsionantes del capitalismo en el arte; Contra la penetración del imperialismo norteamericano”.
Aquella exposición que recorrería el país fue el denominado Tren Popular de la Cultura o más conocido simplemente como Tren de la Cultura. La actividad fue financiada y coordinada por el Departamento de Cultura de la Presidencia, dirigido por el escritor Waldo Atías, como parte de la medida número 40 del programa de gobierno del presidente Salvador Allende. Gracias a la ex Empresa de Ferrocarriles del Estado de Chile, el día 15 de febrero de 1971 partieron desde la Estación Central en Santiago alrededor de 60 artistas, entre ellos folcloristas, actores, escritores, poetas, músicos, cantantes populares y artistas plásticos. La iniciativa tuvo como objetivo llevar diversas expresiones culturales y artísticas a las ciudades del sur del país “para que dejen de ser privilegio de una ínfima minoría y se conviertan en poderoso baluarte en la defensa del acervo cultural del pueblo chileno”.
Junto con los artistas viajaron también las obras seleccionadas por el Comité de Artistas Plásticos de la UP, reproducidas por medio de la técnica de la serigrafía. Aquello se logró gracias a la gestión del artista Guillermo Núñez, quien disponía de los servicios de un taller industrial de imprenta de la época para elaborar su propia obra. Las piezas sirvieron para montar una exposición en cada una de las ciudades que visitó el tren, dando a conocer a los pobladores el trabajo de artistas chilenos jóvenes y de renombre.
Gracias a dos fuentes podemos saber el nombre y número de participantes en la iniciativa. En un artículo del periódico Puro Chile, se lee: “Participan en este concurso los siguientes artistas: Roberto Matta, José Balmes, Gracia Barrios, Ricardo Mesa, Francisco Brugnoli, José Moreno, Luz Donoso, Helga Krebs, Guillermo Tejeda, Dino di Rosa, Tatiana Álamos, Fernando Undurraga, Jorge Barba, Martínez Santander, René Leal, Hugo Rivera, Mario Zapata, Teresa Montiel, Carlos Donaire, Raúl Bustamante, Mauricio de la Carrera, Elsa Urzúa, Isabel Roa, Francisco Sasso, Agustín Olavarría y Aníbal Ortizpozo” (Puro Chile, 1971).
Felipe Baeza, Catálogo Razonado MAC, 2017.