Manzana

Martinez Bonati 3

Esta pieza es más cercana a la gráfica, sin dejar de lado el color, donde se diferencia de las piezas antes mencionadas. La obra no se sostiene necesariamente por la disposición de color y la materia sobre el soporte. Acá, tal como en el grabado, es el dibujo lo que configura la obra. El componente de discurso político respecto a Manzana, se combinó tras su paso por los Estados Unidos, con la exploración de nuevas estrategias procedimentales para sus obras, con el fin de su masificación. Uno de sus compañeros de trabajo en Signo, Alberto Pérez, ya se refería a esta composición política señalando: “Rechazamos el aislamiento, la concepción del arte como función elitaria y manifestación gratuita. Queríamos compartir responsabilidades. El grupo nunca confundió, sin embargo, esta adhesión al mundo exterior con una superficialidad o improvisación en el quehacer cotidiano. (En el esfuerzo por definir el “como”, Bonati se desplazaba horas frente a la tela con la espátula, precisando cortes, afinando superficies que le permitieran perfilar los sueños de sus gitanas y hacer rodas sus soles)” (Pérez, 1984).

En su paso por Nueva York, Bonati conoció los inicios del Pop Art, además de la masificación y efervescencia circulatoria de obras resultantes de medios técnicos como la serigrafía. Manzana en cierto sentido ironiza la masificación pop por medio de las láminas serigráficas. Los colores vibrantes que parecen ser replicados en la obra, realmente están construidos por una paleta muy compleja a partir de grises, en contraste a los colores puros ocupados por esta corriente norteamericana e inglesa. En términos de factura el uso de las veladuras, la fina aplicación de los colores de manera uniforme y los juegos de luz, demuestran el manejo y uso de una ejecución tradicional dentro de la pintura. La manzana, que puede parecer un motivo intrascendente, alejado de los referentes de la industria y el mercado que eran el centro de los recursos ocupados por los artistas del período, rescata la tradición clásica (el ejercicio de taller, la ejecución del bodegón) para transformarlo en una caricatura contemporánea. Aun cuando el cuadro está pintado en su totalidad, siendo un perfecto cuadrado, realiza recortes azarosos para generar una composición rectangular que comprime el espacio de disposición de la manzana. El blanco que enmarca el recorte rectangular está compuesto por tonos de carmín apenas perceptibles, pero que con la focalización del ojo hacia la manzana que “levita” sobre este contorno púrpura se intensifica el color del fruto, se despega de la tela, se abate sobre los espectadores.

Matías Allende, Catálogo Razonado MAC, 2017.

 

Elisa

Martinez Bonati 2

El artista, tras mirar las fotografías de un informe escolar de Elisa, su segunda hija, decide ocuparla como modelo para los trabajos que estaba desarrollando para ese entonces. La necesidad de Martínez Bonati de desarrollar lo que él denomina una “visión politemporal” a partir de la abstracción de la imagen de la muchacha, así como las distintas posturas con que está representada, permitirían construir una dimensionalidad independizada del referente y el motivo. Elisa es una pieza personal de Martínez Bonati en más de un sentido, puesto que incluso en términos materiales la pieza estuvo “elaborada” por él. El papel de transporte fue creado especialmente en el Taller de Grabado que dirigía en la Escuela de Bellas Artes, probando diversos soportes hasta crear el que recibió el cliché de la mejor manera, para que este, finalmente, provocase la sensación de levantarse.

En correspondencia a la necesidad de masificación de la obra de arte, el mismo proceso de reproducción en el grabado debía cambiar, a modelos más útiles según esta finalidad, por lo que la litografía parecía un procedimiento óptimo. Dicha técnica la estudió durante un tiempo, junto a cerámica y esmalte sobre metal, en la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile. Sin embargo, ese período en dicha institución y los modelos pedagógicos que le tocaron vivir, le parecieron algo tecnificantes. Por ello, su desarrollo más importante en el grabado, en todos sus procedimientos, será tras su paso por los Estados Unidos. “Desde 1963 trabajó exclusivamente la litografía, técnica de grabado planográfico en piedra o zinc. Se interesó más por la litografía por ser una técnica más directa y en la que se pueden incorporar recursos fotográficos –fotograbado– y otros elementos directamente a la piedra, lo que le permitía una mayor elasticidad técnica”. Elisa, además, refiere a las innovaciones en el proceso litográfico, pasando de la tradicional ejecución del dibujo sobre la piedra a la impresión de una imagen sobre un soporte papel específico. En este caso, su modelo Elisa, repetida en diferentes disposiciones corporales (frente, costado derecha, espalda y costado izquierdo) (Echeverría, 1976, p. 73).

Matías Allende, Catálogo Razonado MAC, 2017.

Los acróbatas

Martinez Bonati 1

En Los acróbatas, a partir de la técnica xilográfica, Eduardo Martínez Bonati representa una pareja de varones realizando sus acrobacias, donde el más pequeño y menos corpulento sube sobre la planta de los pies extendidas del más grande. El modelo de los acróbatas pareciera remitir a la tradición griega, donde la figura del gimnasta como esta suerte de hombre capaz de realizar ejercicios de una complejidad extrema para saludar a los dioses sería el modelo para esta pareja. La tosquedad de los trazos compuestos por la gubia, refuerza a partir de una cuestión hierática la reminiscencia a la tradición clásica. El hombre corpulento está recostado sobre una estructura donde él, extendiendo sus extremidades hacia el cielo, busca el equilibrio. El hombre pequeño, parado donde las plantas rectas de su compañero son dispuestas, proyecta su cuerpo de manera perpendicular, tratando de alcanzar algo, una mancha que se proyecta en diversas direcciones como una estrella. Esta disposición de tinta que se genera por la incisión sobre la madera, es parte de todo un contorno orgánico dispuesto como marco de los dos acróbatas. Ahora bien, podríamos pensar el grabado como la reunión entre dos elementos dispares que genera una condición nueva y unificada; así como los acróbatas que se reúnen para alcanzar, elevándose, un elemento otro.

El grabado, para Eduardo Martínez Bonati, ha significado un lugar de producción trascendental, tanto o más que la pintura, donde ha experimentado y llegado a resultados que complejizaron la producción de la época en tanto su circulación local. Hay que tener en cuenta que Martínez Bonati dedica su monografía de grado en 1959 al desarrollo de la técnica calcográfica para estampar en varios colores, donde explica cómo trabajarla. Aunque esta obra no trata sobre esa técnica, es interesante constatar cómo Bonati es un autor que reflexiona los procedimientos de impresión, mostrando una inquietud constante por la disciplina del grabado.

Matías Allende, Catálogo Razonado MAC, 2017.